martes, 25 de diciembre de 2007

Cuéntame qué fue la Movida

Cuéntame qué fue la Movida
La Movida está de moda. En 2005, se cumple el 25º aniversario de lo que puede denominarse como su comienzo oficial. M2 dedica esta semana a analizar todas sus caras. Desde la música al cine, pasando por las artes plásticas, la moda, los medios, los locales y sus personajes
SILVIA GRIJALBAProbablemente se trate de que ha pasado el tiempo suficiente como para que la mayoría de los que la vivieron caigan en la trampa de la memoria selectiva que borra todo lo malo; también debe influir, en opinión del líder de Siniestro Total Julián Hernández, que «muchos de los que en esos años eran casi adolescentes actualmente tienen la edad en la que empiezan a tener puestos de responsabilidad dentro de la industria cultural»; pero lo esencial es que hay una generación de veinteañeros que no habían nacido cuando el fenómeno surgió, que idolatran todo lo que tiene que ver con la Movida y que han fomentado un resurgimiento de este movimiento sociocultural espontáneo que este año cumple, realmente, dos aniversarios. El 25 cumpleaños del principio de su consolidación y los 20 años del comienzo de su declive, el paso de ser un movimiento contracultural a convertirse en parte del establishment. El principio de un fin que algunos testigos y cronistas del momento, como Francisco Umbral, afirman que se produjo definitivamente un año después, en 1986. «la Movida», declara el escritor, «termina con el entierro de Tierno Galván (un millón de chicos y chicas subidos en las acacias durante todo el recorrido fúnebre)».
Pero aunque es casi imposible ponerse de acuerdo con las fechas del comienzo y el fin, con los personajes que la forjaron o incluso con quién inventó o de dónde sale el término, casi todos los que la vivieron de cerca se ponen de acuerdo en que el entusiasmo, las ganas de hacer cosas, la creatividad y el sentido lúdico eran los puntos en común que compartían los diseñadores de moda, artistas plásticos, directores de revistas, galeristas, músicos, periodistas, dueños de salas de conciertos y espectadores del Madrid de vanguardia de finales de los 70 y parte de los 80 que terminaron formando la Movida Madrileña. «Entonces todo era un juego», explica a M2 el cantante de Gabinete Caligari Jaime Urrutia.«No había mercado y eso daba mucha libertad a los artistas», declara Borja Casani. «Lo más excitante que recuerdo de aquella época», comenta Pedro Almodóvar en el libro Alaska y otras historias de la Movida, «es que todos hacíamos las cosas por el mero placer de hacerlas».
Si uno analiza a los creadores de esa época, lo cierto es que no había una corriente estilística clara en cada uno de los gremios ni tampoco una homogeneidad generacional, porque se juntaba gente de diversas generaciones. Todos estaban unidos por el deseo de crear, sin más complicaciones ni implicaciones.
Enormes diferencias
En la música, por ejemplo, dejando a un lado facciones opuestas que se dividían entre el sector más, digamos, popero de Nacha Pop, Mamá, Los Secretos, etcétera, y el más cercano al punk de Alaska y Pegamoides, Radio Futura o Siniestro Total, los tecno, como Aviador Dro u Oviformia o las hordas irritantes de Glutamato Yeyé o Derribos Arias, lo cierto es que dentro de los mismos subgrupos había diferencias enormes.
En el arte ocurría lo mismo. El estilo de Ouka Lele poco tenía que ver con el de Ceesepe o El Hortelano (aunque compartieran casa), ni con el de Javier de Juan, Alberto García Alix, Miguel Trillo, Pablo Pérez Mínguez, Costus u Oscar Mariné. Dentro del diseño de moda está claro que Manuel Piña tenía una forma de entender el diseño muy distinto al de Sybilla, al de Agatha Ruiz de la Prada o al de Alvarado o, en el caso de las publicaciones de la época, lo cierto es que uno de los pocos rasgos comunes era que incluían la palabra Madrid en el título pero, por lo demás, La Luna de Madrid, Madrid me Mata o Madriz no tenían mucho que ver entre sí.
Para el periodista artífice del mítico Diario Pop, Jesús Ordovás, testigo directo de la época y uno de los periodistas que ha perpetuado con más entusiasmo y coherencia el espíritu de la Movida, lo cierto es que no le extraña en absoluto este revival de todo lo relativo a aquella época. «La situación política es similar», comenta. «Después de una época de conservadurismo ha llegado una etapa de gobierno socialista. Y, respecto a la música, también vivimos una era parecida».
Esta recuperación surgió hace varios años, prueba de ello son los recopilatorios que incluyen los éxitos discográficos de la época; la cantidad de clubes que programan únicamente música de entonces y que han convertido a Ordovás en el dj de moda; los grupos de nueva hornada que imitan el sonido de la Movida; el éxito del libro y el DVD sobre La Bola de Cristal que se editó el año pasado; el reciente libro de Rafa Cervera Alaska y otras historias de la Movida; el libro Luces de Neón de Juan Carlos de Laiglesia; la buscadísima biografía de Mario Vaquerizo sobre Alaska y los libros no menos perseguidos actualmente, como piezas de coleccionista porque se editaron hace tiempo, Diccionario Cheli de Francisco Umbral, Música Moderna de El Zurdo, Madrid ha muerto, de Luis Antonio de Villena o el, sin duda imprescindible para entender aquella época, Sólo se vive una vez de José Luis Gallero.
Tanto Ordovás como la mayor parte de los implicados en aquel movimiento recalcan que, en contra de lo que muchos piensan, los políticos no tuvieron nada que ver en el proceso de formación de la Movida. Si no que, como declara Borja Casani (coresponsable de la galería Moriarty, fundador de las revistas La Luna, Sur Express, Arena y El Europeo, entre otras cosas), los políticos del Ayuntamiento de Madrid se apropiaron, después de que triunfara, de aquel fenómeno que ellos en un principio no propiciaron en absoluto. De hecho, Casani explica que cuando Tono Martínez y él fueron a visitar a Tierno Galván para explicarle el proyecto de la revista La Luna de Madrid, el entonces alcalde «fue muy amable, pero no nos ayudó en absoluto». Fue más tarde, cuando la revista se convirtió en el máximo exponente de todo aquel fenómeno, cuando el Ayuntamiento quiso acercarse a ellos, pero entonces era demasiado tarde.
Ordovás comparte la opinión de Casani. Recuerda el maratón musical de 24 horas que organizó Radio 3 en el Palacio de Deportes, en el que Tierno Galván, en directo, consciente de que todo aquello lo estaba retransmitiendo televisión española, dijo el mítico: «El que no esté colocado, que se coloque y al loro». «Fueron muy listos», comenta, «y supieron aprovechar ese aire de modernidad del que hablaban los periódicos extranjeros de la época».
Para Francisco Umbral, la cuestión está clara. «Tierno», declara, «se encontró la cosa hecha en la calle, y supo ver en seguida el carácter anarquizante y joven de este movimiento, al que contribuyó con actos y fiestas culturales como, por ejemplo, la presentación de mi Diccionario cheli, los numerosos conciertos, la consagración de Susana Estrada y el rechazo frontal a las informaciones reaccionarias que iban contra la Movida y contra el alcalde».

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