GRAN WYOMING
Ateneo de la 'Prospe': un ejemplo a seguir
Los que somos un poco mayores recordamos el año 1975 por la muerte de Franco. Unos para bien, y otros para mal. Los que lo recordamos para bien, y condenamos sin matices el golpe de Estado de 1936, también recordamos para bien la desaparición del Movimiento Nacional. Ese extraño nombre no hacía referencia a un baile de moda, ni al rítmico movimiento pélvico por el que los curas de entonces condenaban al fuego eterno a los españoles, sino que era un ente en el que se suponía que estaban incluidos todos los partidos legales cuyo número, en realidad, se reducía a cero.
En la Prospe, barrio madrileño, había un edificio que pertenecía al Movimiento, y que albergaba la escuela de profesores de gimnasia y política (Formación del Espíritu Nacional), sobre cuya puerta principal en letras grandes se podía leer: «Escuela de Mandos José Antonio». Con la desaparición del Movimiento quedó vacío.
En el mismo barrio, junto a lo que se conoce como Plaza de Moret, había un colegio que se llamaba Ateneo Politécnico. Uno de sus propietarios, un ser altruista, tras el cierre del colegio, decidió donar el espacio al barrio para uso cultural. Enseguida se crearon en él varias actividades de música, teatro, una guardería... Los otros propietarios del centro se opusieron, y prefirieron derribar el edificio para construir pisos, lo que consiguieron tras desalojar a los miembros del constituido Ateneo de la Prospe, después de un extraño pleito, seguido del consiguiente encierro.
Como quiera que el desalojo del Ateneo de la Prospe coincidió con el abandono del edificio de la Escuela de Mandos, los miembros de dicho Ateneo, se trasladaron de un edificio a otro del tirón.
La Escuela de Mandos era un edificio gigante (lo que hoy es el colegio Nicolás Salmerón) de cuatro plantas y con decenas de espacios, antiguas aulas, dormitorios, un bar y un comedor con sus cocinas y todo. Al poco tiempo de la ocupación, había cientos de jóvenes pululando por allí. Las condiciones para que alguien pudiera acceder a un local se reducían a justificar algún tipo de actividad cultural, que hubiera un espacio libre, y pagar la cuota mensual, que era muy baja.
El personal era de lo más heterogéneo. Allí convivían grupos de música, teatro, títeres, fotografía, artes marciales, talleres, carpintería, una planta entera dedicada a la tercera edad, donde se montaban sus timbas los viejos, un gimnasio... y no sé cuantas cosas más porque, la verdad, yo iba a lo mío. Yo ensayaba con mi grupo, que se llamaba Paracelso. Entre los que pasaron por allí, recuerdo a: Kaka de Luxe, Caballo, Los Zombies, El Aviador Dro, Los Bólidos (que entonces se llamaban Los Rebeldes), La Romántica Banda Local, La Tartana... o sea, lo mejor de cada familia.
Mucha actividad
Además se organizaban todo tipo de actos culturales, conferencias, encuentros, proyecciones de cine los domingos por la mañana y por las tardes, también los domingos, fabulosos guateques con grupos del Ateneo, o amiguetes. Muchas veces un grupo se enchufaba en el salón de actos y daba un concierto por la cara para probar los temas que estaba montando.
Lo impresionante del caso es que aquello funcionaba. Era absolutamente autónomo, independiente de las autoridades municipales que, a pesar de mirar con malos ojos aquel centro, se nutría de él a la hora de montar las fiestas populares. Muchos grupos que dieron origen a la famosa movida pasaron por allí.
Claro está que nada es eterno. Los fachas, que siempre están en desacuerdo con todo, se empeñaron en cargarse la historia. A un chaval que paraba por allí y al que llamaban El Chileno, se lo cargaron de una puñalada junto al Ateneo. Como suele suceder, aquel crimen se volvió contra las víctimas, y enseguida empezó una campaña de acoso por parte del diario ABC, que dedicó varios días a relatar lo que ocurría en el Ateneo por las noches. Ya os podéis imaginar: gritos de violaciones (parece cachondeo pero eso es lo que publicaban, ellos sabían que eran de violaciones, no podían ser de otra cosa), gente de aspecto siniestro, incluso, cómo no, publicaban cifras del incremento de la delincuencia en la zona, desde que existía el Ateneo. Era la primera vez que en el barrio había un sitio decente que no fueran unos billares.
Los acosos nunca vienen solos, y la compañía de luz llegó con el cuento de una factura millonaria de atrasos de antes de la ocupación, de la época en que el local pertenecía al Movimiento Nacional. De nada sirvió que nuestras cuentas estuvieran en regla. Nos cortaron la luz. Aun así, se contrató el servicio de un generador y la actividad continuó. Pero la cosa ya olía a fiambre.
Los asaltos nocturnos se repetían y se organizaron turnos de guardia para evitar los robos. También esto fue destacado por la prensa de siempre, en artículos en los que se afirmaba que jóvenes de distinto sexo pasaban la noche juntos en la antigua Escuela de Mandos. Si hubiéramos sido todos del mismo sexo, a lo mejor les hubiera alarmado menos.
Puntilla política
En fin la cosa es que, al final, lo que no consiguió el Ayuntamiento de UCD, porque la resistencia de los ocupantes era fuerte, y la implantación en el barrio también, lo hizo el del PSOE, que al estar presidido por el carismático Tierno, se permitía meter mano donde otros no se atrevían.
Después de algunos avisos y negociaciones, en las que se prometieron espacios alternativos, como algunos locales de la Feria del Campo, para los que todavía seguían trabajando en el Ateneo, un día llegaron los Geos, se liaron a destrozar las cosas, y aquí paz y después gloria. Así murió el Ateneo. Por supuesto, que de espacios alternativos, nada de nada. O sea, como siempre, una mierda.
Ahora, con la excusa de los incidentes de Barcelona, la autoridad quiere hacer de las suyas y aprovechar el tirón para desalojar a todos los okupas que puedan. Es la historia de siempre. No les preocupa que en los barrios, los jóvenes no tengan un sitio donde reunirse, donde estar, donde desarrollar sus inquietudes, pero les alarma que pisen la raya de la legalidad. Entonces aparecen, por primera vez, con un palo en la mano.
Mientras duró el Ateneo, ninguna autoridad apareció de visita, para aprender cómo se monta un centro cultural de verdad, espontáneo, gratuito. No les interesa.
El Ateneo nació de forma natural y murió a la fuerza. Pero mereció la pena. Los que ocuparon aquel espacio hicieron un gran favor al barrio y, por extensión a muchos jóvenes de Madrid. El Ateneo fue la alegría de todos los que lo quisieron. Gente decente.
martes, 25 de diciembre de 2007
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1 comentario:
Aquel glorioso Ateneo libre lleno de bandas ensayando y actuando, pintores, fotógrafos, teatreros, viejos con boina tomando chatos mezclados con pukies y psicodélicos bajandose botellines, mientras veían un concierto de Nirvana (Sí, Nirvana, en el 79 había una banda madrileña llamada Nirvana) es de los mejores recuerdos de mi educación adolescente.
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